Un grito. “Levantar la voz con descompostura y orgullo”. El mundo abre los ojos hacia Oriente, y Laura Pintado (1987) gritó hace tiempo hacia el Este buscando el eco de su conciencia.
“Grito” es el nombre de la última exposición de esta zamorana estudiante de Bellas Artes. En su etapa académica reside en ciudades como Segovia, Granada o Sevilla donde va formando su disciplina ante el lienzo, y que le sirven de paisajes indudables de inspiración para la evolución de su pintura.
Influenciada por el mundo árabe y sus ritos y costumbres, ésta castellana deja protagonismo a la composición del blanco y negro bajo aparente sencillez, queriendo que tú observes el desgarrador grito mudo que guardan los rostros que plasma en sus obras.
Siempre la mujer como protagonista. En cada cuadro que pinta manifiesta que necesita dar forma a sentimientos como la agonía, el daño o el silencio, representados en cada rostro pictórico. Viene a decir que “el dolor es un fracaso del lenguaje que conduce al llanto o al grito. Es el grito como máxima expresión del dolor, como en el flamenco, por ejemplo”, concluye.
El pincel de Laura Pintado grita y los ojos se giran hacia Oriente. La luz y la oscuridad, la mancha y el agua, la mirada furtiva, y tras el velo, la denuncia a la censura del alma.
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