La prensa editorial impresa lleva años pagando los platos rotos por las maneras de consumir información que hemos adoptado como consecuencia de que las nuevas tecnologías lo invadieran todo. Muchas grandes revistas, de todos los campos y temáticas, han desaparecido. Por contraparte, se está gestando una reinvención del medio y nuevos títulos están regenerando el viejo modelo de las tiradas millonarias. La autogestión está al mando, pero esa es otra historia.
Durante lo que va de siglo 21 en la galaxia del skateboarding se han desvanecido para siempre algunas revistas nacionales y otras cuantas de otros países. La defunción más sonada –que todavía lloramos lectores y coleccionistas– es la de Transworld Skateboarding, revista que por mucho tiempo fue la estrella más luminosa de la prensa skate y que abandonó el modo papel este año tras un largo y agonizante trasiego de un grupo editorial a otro.
Es justo decir que TWS Magazine mantuvo el tipo hasta el final con las señas de identidad instauradas por Larry Balma, su fundador: promover el lado positivo del skateboarding a través de un escaparate que contuviera lo más avanzado de la cultura, utilizando espléndidas fotografías y elocuente narrativa textual. Transworld publicó su último número, el 397, el pasado abril con Lance Mountain en la portada. Mountain fue miembro original de la Bones Brigade y hoy uno de los profesionales en activo más longevos. Paradojas de la skatelife, el primer ejemplar de la revista salió en mayo de 1983 y tuvo a Steve Caballero, otro profesional que supera los 50 y también ex Bones Brigade, como protagonista en la cubierta.
Durante los 36 años de publicación periódica fueron muchos los creadores de contenido que dieron lo mejor de sus plumas y lentes para que hojear un ejemplar de Transworld fuera para los fanáticos del skate una experiencia sacra, con mención especial a la que quien escribe considera la edad de oro de la revista, 1989 a 2003. Secciones como el Pro Spotlight –entrevista al pro del momento–, Check Out –el aviso sobre las jóvenes promesas que venían decididas a dejar huella– o la belleza de las fotografías de la galería Still Life, forman parte del archivo documental universal del monopatín. Dave Swift en la edición, J.Grant Brittain de fotógrafo principal y colaboradores como Miki Vuckovich, Tod Swank, Spike Jonze, Kevin Wilkins, Atiba Jefferson, Dan Sturt, Tobin Yelland, O y otros, sentaron cátedra sobre periodismo skate.
Cambios internos en la gestión de la publicación propiciaron la desbandada del núcleo duro editor mencionado antes a mediados de la década pasada, pero ello no repercutió en la calidad de los contenidos. Gracias al trabajo de Erick Striker y Skin Phillips a la cabeza de la edición impresa, junto a la importante aportación en lo audiovisual del dúo Jon Holland/Jason Hernandez, los lectores mantuvieron la fidelidad en la segunda etapa del magazine. Desde entonces y a pesar de los volantazos, TWS llegó hasta un 2019 en el que –en manos de la compañía editorial externa al skate en la que acabó– la falta de expectativas de rentabilidad económica la condujeron al triste final.
No quería terminar el año sin escribir unas líneas rememorando todas esas maravillosas páginas, absolutamente inspiradoras y necesariamente informativas, sobre todo en los tiempos pre-internet. El registro sobre el progreso e incidencia de cientos de individuos de personalidad única, responsables de instalar el skateboarding en un sitio inamovible de la cultura contemporánea, queda en el recuerdo y en las estanterías domésticas de muchos de nosotros. En una era de fast-todo, la elección por lo fugaz o por extenderle la vida a las cosas que lo merecen está en nosotros. Las personas cambian pero las buenas revistas, como las canciones, permanecen.
Palabras por John López
Fotografías por Fernando Torres
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Rest in paper!