Saludos desde el nuevo orden mundial, o como se le conoce cordialmente: Nueva Normalidad.
Normalidad que ya se encuentra diluida en nuestras vidas de una manera tan desapercibida que difícilmente podemos apreciar esa sensación de incertidumbre provocada por la pregunta: ¿y ahora qué?
En principio, es como si todo fuera normal, ¿verdad? Pero en el fondo creo que tod@s tenemos un poco de esa sensación de que algo no está del todo bien. Es como si fallara algo en el código fuente de nuestra Matrix. Una voz nos susurra constantemente al oído que algo ha cambiado pero realmente no sabemos muy bien de qué se trata.
Tras la primera parte de este articulo, en la que analicé desde un prisma inclinado hacia la objetividad cómo la crisis Covid-19 iba a afectar y está afectando a nuestras vidas a nivel sociocultural, pensé que el tema se podía afrontar de una manera aun más profunda si, uno, lo abordaba desde puntos de vista diferentes al mío, y dos, incluía un tono más humano apoyado en diversas experiencias personales. Eso me llevo a la búsqueda y hallazgo de 10 figuras del entorno que pudieran aportar una visión de valor y enriquecimiento para el lector a la vez que compartían su propia vivencia del ineludible fenómeno pandémico.
Así, sin mas dilación, me encuentro gratamente satisfecho de poder presentar:
10 OPINIONES SOCIOCULTURALES SOBRE EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
Lorenzo Aznar – Mánager musical
El sector cultural ha sido uno de los grandes perjudicados de este crisis debido a que, por sus características particulares, la inactividad se va perpetuar más allá de la cuarentena. El Covid-19 pilla al sector musical a pie cambiado, puesto que a día de hoy el principal foco de ingresos que tiene esta industria es el directo. El modelo de grandes festivales es el más perjudicado y el que corre peligro en el caso de que no aparezca una vacuna a corto plazo, mientras que está por ver si las salas son rentables con aforos reducidos. No hay duda de que tendrán que adaptar sus modelos de negocio a la nueva realidad. Tampoco hay que olvidarse del personal técnico, imprescindible para realizar cualquier evento, trabajadores cuya relación laboral se basa en la eventualidad y que han visto cortada su principal fuente de ingresos durante un gran período de tiempo.
Otra de la características que hacen que este evento generacional incida de especial manera en el ámbito musical es que el mercado digital de hoy no remunera suficientemente a los artistas, ya que sigue siendo capitalizado en gran medida por las majors y los artistas masivos. A esto debemos sumar que el streaming tampoco es una opción rentable, ya que, al contrario de lo que ocurre con las plataformas digitales de cine, la audiencia todavía no ha desarrollado una cultura de pago por este tipo de contenido y no es algo que vaya a cambiar próximamente más allá de una compra solidaria, algo que no va a sostener la industria a medio-largo plazo. Además, una parte importante de la experiencia musical siempre ha sido el componente social, algo que es difícil trasladar a una retransmisión virtual.
Pese a que el panorama parece desolador y las soluciones difícilmente planteables en los meses que vienen, algunas de las características que siempre han definido al sector cultural son la lucha, la solidaridad y la capacidad de adaptación, valores que habrá que poner de nuevo sobre la mesa para concienciar a la sociedad y a los poderes públicos de la importancia de un sector que emplea a los mismos trabajadores que el de la automoción y que, además, nos acompaña en nuestros momentos más felices.
Victoria Gee – Directora y fotógrafa creativa
Personalmente comencé el encierro con una actitud mucho más pesimista de la que tengo ahora. Estaba tan acostumbrada y preocupada por ocupar mis horas encadenando proyectos que no permitía plantearme si realmente era lo que quería hacer o no, a pesar de que lo estaba buscando desesperadamente. La situación me obligó a enfrentarme con el problema de una vez, a repensar todo de una forma más profunda, a veces bastante dura conmigo misma.
Lo que vengo a decir es que igual que para mí ha sido (y está siendo) un proceso de evolución, probablemente para muchas personas del mundo creativo y fotográfico también lo haya sido. De hecho, en mi entorno más cercano conozco a varias personas a las que les ha ocurrido. No han tenido desde el principio la obsesión de seguir produciendo sino que se han propuesto este tiempo como un punto de inflexión, descubriendo así́ que el mundo no se acaba. Por ello creo que ese proceso de análisis y autoreflexión, por mínimo que sea, ayuda a que aparezcan nuevas formas de creación, ya que, sin un cierto distanciamiento del asunto no logras ver nuevas perspectivas. No necesariamente debes dar un giro sustancial a tu carrera y a tu entorno pero quizás te sirva para reafirmar quién eres y lo que puedes aportar como artista. Es momento de cooperar y sumar valor en vez de “vender”. La promo está muy bien, pero en este momento sobra.
A nivel general estoy viendo como cambian las formas y códigos continuamente, además de una clara intención por seguir innovando en el campo visual. A la vista está la cantidad de fotógrafos que han seguido disparando vía Facetime, y eso es solo un pequeño ejemplo de lo que digo.
Estoy siendo optimista porque creo que no solo la ambición por crear nuevas imágenes es mayor que la crisis sino que se acentúa. Creo que esta crisis venidera de cambios sociales y estructurales va a suponer una ola de inspiración enorme para la cultura, que va a reforzar aun más su valor en la sociedad.
Pablo Caspe y Pilar Lozano – Artistas multidisciplinares
Desde la compañía de teatro Under de Almería hasta el Museo del Prado, desde festivales multitudinarios hasta las verbenas de pueblo. El Covid-19 cristalizó todo. Por una vez, la hostia fue transversal. El sector cultural global quedó completamente desconcertado.
La primera reacción fue la de abrazar las redes. Abrazarlas fuerte. Carlo Padial twitteó que hasta el moho de la cortina del baño se sumó a la ola de streamings durante los primeros días. Aplaudimos, compramos papel higiénico y nos quedamos en casa. Todo ok. Esto no puede durar, en el mejor de los casos tendremos más tiempo para crear. En el peor, habría que desarrollar algún talento extra en el arte de patinar por las pistas inestables de la precariedad.
Las mentes contemporáneas más creativas de nuestra generación comenzaron a engordar sus cuentas de Instagram, de Soundcould, de Bandcamp. Los contenidos crecieron exponencialmente.
La respuesta de las administraciones a estos gentiles actos espontáneos fue una mueca de mal gusto. El sadismo institucional asomando la cabeza por TV abierta. Entonces, en un brote esquizo sin precedentes tomamos conciencia de que los likes no llenan la nevera y un sector del mundo cultural propuso un apagón digital. Sí, pasamos de la solidaridad al egoísmo en cuestión de semanas. Más allá de aliados y detractores, la acción colectiva provocó, aunque insuficiente, una respuesta de las administraciones. Como era de esperar no habría migas para todos. Así que la autoexplotación Chulhaneriana se puso en marcha.
La carrera hacia la capitalización nos convirtió de a poco en una especie de bots en promo permanente, intentando que la rentabilidad de nuestros trabajos no solo se refleje en las subidas en bolsa de Instagram o Spotify, sino también en nuestras maltrechas economías.
La pandemia ha dejado un sector a la deriva, más segmentado e individualista que nunca, en el que cada cual asume todos los riesgos. Una danza del futuro, entre algoritmos, creatividad, followers, productos de consumo cultural, talento, proyectos de mierda, digitalización y precariedad. Mucha precariedad.
Javier Menéndez – Periodista/filmer de skateboarding
El skateboarding y la calle son uno y el Covid-19 nos confinó, así que no os costará imaginar cómo la pandemia ha impactado al mundillo.
Mientras l@s yonquis del running echaban Fairy al suelo de la cocina para quitarse el mono de hacer kilómetros, l@s del monopatín le fuimos perdiendo el miedo a reventar los muebles del salón e Internet se fue inundando de vídeos etiquetados con el hastag #yopatinoencasa y similares.
¿Qué destacar de esa etapa? Pues que nos colamos (virtualmente) en las guaridas de un@s y otr@s y quedó claro que vivimos en un país que todavía se esmera en disimular sus descarados desequilibrios sociales.
El transcurrir de los meses y los cambios de fase nos fueron dando algo de libertad de movimiento y el skateboarding se subdividió entre los madrugadores y los nocturnos. Personalmente me adherí al segundo bastión y llegué a asustarme al ver a través de las redes sociales como se glorificaban las ventajas del primero, ¿qué somos ahora, atletas?
Por suerte la llegada de la nueva normalidad diluyó ese espíritu mañanero hasta la insignificancia y, ya a toro pasado, creo que está crisis me ha servido para medir el traje a mi entorno y darme cuenta de que había bastante más cuñadismo del que me esperaba. Joder, nos han colado el individualismo neoliberal e in-solidario hasta lo más profundo del cerebro.
Este parón no ha hecho mella en nuestro colectivo a pie de calle (l@s que patinaban en febrero lo hacen en julio), pero sí a su industria. Las grandes compañías han cerrado bastante el monedero (hasta nuevo aviso) y quienes dependen de ellas para subsistir viven en un mar de incertidumbre. Doy por hecho que esto es extrapolable a casi todos los ámbitos de la sociedad, cultura y deporte, aunque quizá la afirmación sea demasiado atrevida, quién sabe. Pero la tendencia marcada por anteriores baches (aunque aquellos fuesen virus-free) invita más a pensar en recortes sociales y económicos que en un maravilloso y mejorado mundo 2.0 post-pandemia.
Soy autónomo y me he sentido muy respaldado por el gobierno, pero me da miedo decirlo muy alto por si aparecen las hordas de bots a ensuciaros el artículo con sus comentarios. Dejémoslo ahí.
Sr. Guayaba – Fundador productora audiovisual y músico
Una tarta de mierda. Desde el punto de vista del consumidor, ¿cuánto pagarías por escuchar un disco? ¿Y por ir al teatro? ¿Por leer un libro? ¿Por tener acceso a un catálogo prácticamente infinito de canciones mensualmente? ¿Por ver un videoclip? ¿Y una peli? ¿Por ver una exposición?
Desde el punto de vista del creador, ¿cuánto pagarías por un plugin? ¿Por una librería de sonidos? ¿Cuánto por alquilar una cámara DSLR? ¿Cuánto por subir tu canción a Spotify? ¿Y tu vídeo a YouTube? ¿Cuánto vas a invertir en publicidad en redes? ¿Cuánto pagarías por la suscripción mensual de Adobe? ¿Y por un LUT? Creo que pocas personas responderían a estas preguntas con una cifra superior a 25 euros. No estamos educados para pagar por la cultura y los creadores nos hemos encontrado con la bendición de la democratización del mercado. Además, crear cultura autorealiza al artista de tal manera que la mayor recompensa es acabar la obra.
Este problema económico no es característico de la cultura (el único agravante que sufre es que resulta divertido aumentar la oferta) sino también de muchas ramas de la economía.
Nuestra opción es blindar en medida de lo posible a papá Estado, con la responsabilidad y beneficio que todos deberíamos compartir. Entre todos debemos conseguir que el Estado proteja a sus ciudadanos dentro de este sistema económico en el que ya no hay tarta para todos.
Pero, ¿en qué situación está ese Estado ahora mismo?
La Covid-19 ha destruido el turismo, la mina de oro de España. Esto nos obliga a redirigir la economía, y a todas luces nuestro Gobierno sigue infravalorando la cultura como motor económico.
¿Y qué puede aportar la cultura al Estado? Principalmente, dinero. No sé hasta qué punto es ético proponer la réplica de un modelo como el del k-pop, pero solo BTS genera tanto dinero a su país como TODA la industria musical española junta (y atrae a 800.000 turistas al año a Corea del Sur).
Debería estudiarse la posibilidad de 15 Rosalías. Clonar Enriques Iglesias como churros. Creo que es mejor que el estado se nutra de la falta de capacidad crítica de los charts que soñar con un público con mayor criterio. Y no solo en el aspecto musical. No hace falta la mente de David Simons para hacer La Casa de Papel ni el trazo de Hayao Miyazaki para realizar Tadeo Jones. Pero qué buen empoderamiento supone generar riqueza al país mediante la cultura, aunque sea de usar y tirar.
Que la sociedad deje de mirarnos como a Josefina la Cantaora y empiece a vernos como a Nintendo.
Lauren Nine – Creativa multidisciplinar, productora y vocalista
Electricidad, renovación de valores, selectividad y originalidad son términos que me vienen a la cabeza cuando pienso en la sociedad a partir de ahora. Valorar el bienestar será primordial, al igual que crear vínculos sociales más transparentes y conectar con la naturaleza. El comercio local sin duda será algo que saldrá respaldado y la tecnología formará un papel importante en nuestra adaptación, en nuestros negocios y en la creatividad. Mayor conciencia del consumo y del producto local. Sin duda, las mentes dispuestas a lo inesperado y que se adapten con facilidad a los cambios serán las que se beneficiarán rápidamente en esta nueva era.
Marta Moreno – Coolhunter, curator y set designer
Ahora todo está en el aire y yo no sé seguro qué pasará con nada de esto que trae el Covid-19 o qué otro giro nos puede deparar la vida, así que solo divago. Está claro que grandes cambios vendrán y nos acostumbraremos como el humano suele hacer, pero como todo el mundo, me pregunto qué cambios habrá en mi sector del diseño o como consumidora y qué puedo hacer yo para mejorar. Pero creo que no es solamente un “qué voy a hacer yo” sino un “qué vamos a hacer todos juntos” como sociedad.
Son tiempos interesantes en el que el diseño debe ver más el futuro, hay que hacer objetos de impacto positivo. Ya no vale sólo diseñar “algo bonito”. Tenemos que trabajar a escala más sostenible en todos los niveles y aspectos, por ejemplo, en un cambio en el consumo de la moda.
¿Miraremos más hacia el consumo de productos sustentable y duradero? Seguramente sí, ya no son solo los jóvenes diseñadores quienes están apostando por nuevos materiales reciclados procedentes, por ejemplo, del plástico, que al tacto es más suave que el algodón y tiene las mismas calidades. O apostando por miles de fibras y tintes naturales, aun siendo más caro el proceso de la fabricación de esta «nueva» materia. Cada vez son más las grandes marcas, aunque solo con algunos de sus diseños, las que se suben a esta ola –eso de unir diseño con reciclaje y que tenga buen resultado estético ha mejorado bastante los últimos años–. Pero claro, el precio de esas marcas sustentables es caro, o quizás ese es el precio que realmente deben de tener las cosas duraderas y con una fabricación justa, sin tiradas masivas ni explotación.
¿Quién tendrá acceso a la compra de estos productos? Se supone que si queremos un cambio para bien con nuestro planeta y los seres que habitamos, todo esto debería ser alcanzable para la mayoría de las personas y no convertirse en un lujo.
¿Cuántos años pasarán para que esta nueva forma de diseñar y consumir se normalice? Lo que sí está claro es que el impacto del Covid-19 al sector del diseño y cultural va a ser de tal dimensión que es necesario un replanteamiento de paradigmas que reconozcan, midan e impulsen economías creativas con dimensión social.
Erik Urano – Artista musical
Silencio. Creo que el silencio es lo que más miedo me da a la hora de afrontar la definición de una realidad post apocalíptica (Covid is the old end?).
Que sea el silencio lo que surja, tras la búsqueda de palabras para definir cómo afrontamos y reconstruimos una nueva sociedad después de una crisis de esta envergadura. Cuando alguien me lo pregunte en un futuro, eso es lo que más me aterra.
Siempre he intentado vivir mi presente con una mentalidad anclada en el futuro, así como en la búsqueda de cierto realismo para afrontarlo pero apoyado en una esperanza que, aunque basada en ilusiones, no ciegue mi razón con la fe. Es por eso que durante toda esta crisis he imaginado ciertos futuros posibles. Todos esos futuros contenían semillas de cambio, fruto de mi forma de ver el mundo, que al final y tras una germinación obstaculizada por la sequía intelectual que atravesamos, han obtenido de sus débiles flores únicamente frustraciones.
Quiero pensar que el terreno en el que solté dichas semillas tampoco gozaba de una excesiva fertilidad para que crecieran sanas y fuertes. También pienso que afortunadamente la esperanza no sirve como fertilizante y hay que seguir removiendo el terreno para que el estiércol de los errores pasados y presentes haga su nutritivo efecto en las futuras plantaciones.
Víctor Hugo dijo algo así como que “No hay malas hierbas ni hombres malos, no hay más que malos cultivadores”. Yo me pregunto si realmente existirán los malos cultivadores, o más aún, qué los convierte realmente en malos cultivadores ¿Falta de conocimientos? ¿Errores técnicos? ¿Malas intenciones? No conozco a nadie que desee que su propio huerto no funcione, que no dé los mejores y más sabrosos frutos, por lo que entiendo que partimos de la base de que nadie aspira a ser un mal cultivador.
Como colectivo, formémonos en el conocimiento científico y el análisis crítico, mejoremos nuestras técnicas en base a los continuos fallos que cometemos, eliminemos de raíz los protocolos basados en las malas intenciones que han acabado derivando en mala praxis… y solo así (quizás) de las semillas de cambio surgidas tanto en esta como en próximas crisis que afrontemos; podremos germinar futuros, sobre la fértil tierra que espero llevemos alimentando tiempo, de los que no surjan ramas débiles y frágiles en cuyas flores los únicos frutos que encontremos sean la vergüenza y el silencio.
Alejandro Martin – Gestor cultural y artista plástico
Nuevo paradigma de la creación y exhibición visual. La crisis de la Covid-19 ha dado de lleno al sector de la cultura en todo el mundo. La actividad artística y creativa fue una de las primeras en frenar su actividad y está siendo la última en incorporarse a la endiablada nueva normalidad; aquella que separa butacas de los teatros a más de dos metros pero permite que las de los aviones chárter se ocupen al completo, en una imagen que sigue inquietando pero no dejando de producirse.
La cultura y su industria supone más del 3,2 del PIB nacional y sigue siendo la responsable de más del 20 por ciento de los desplazamientos turísticos, pero aun no se considera un sector estratégico para el desarrollo económico, lo que sí hemos podido comprobar más que nunca durante el confinamiento es que alimenta el alma y potencia sobremanera los mejores valores de una sociedad.
En Estudio Almaro, después del mazazo inicial que supuso el encierro a mediados de marzo y con el horizonte tan incierto y oscuro que se aventuraba, hicimos de la necesidad virtud y después de horas de reflexión y videoconferencia, surgimos en la posibilidad de celebrar nuestra primera exposición online. Así́ surge 40 artistas en cuarentena.
Desde el convencimiento de que es necesario ampliar los límites de la creación y exhibición visual hacia la capacidad de amplificación y oportunidad que supone el mundo virtual, invitamos a cuarenta personalidades de la cultura de nuestro país (tampoco necesariamente artistas) a realizarnos una pieza artística que luego hemos ido subiendo virtualmente y que la gente ha ido adquiriendo en sucesivos días. Esta muestra, que tendrá su inauguración off line, es decir presencial, ha supuesto una inyección no solo económica al estudio y al refugio de animales de Málaga con quien compartíamos aventura, sino que nos ha abierto las puertas a la investigación de la creación y exhibición on line, que será́ a partir de ahora una nueva hoja de ruta en nuestro desarrollo creativo y expositivo.
El mundo está más interconectado que nunca, si un virus es capaz de viajar de punta a punta del planeta con total impunidad, hagamos que la creación artística también fluya y se desplace de manera global. Solo así habremos ganado esta partida.
Dr. Antonio Herrera – Doctor en Biotecnología Médica
¿Cómo crees que la crisis de la Covid-19 va a afectar a nuestras vidas? Esta es la pregunta que me hace Joseph para que hablemos de lo que han denominado “La Nueva Normalidad”. Un termino que no deja de ser otro eufemismo de la clase política. Porque nueva sí, pero de normalidad tiene más bien poco.
La nueva normalidad no es más que un código de buenas prácticas y algunas obligaciones que nos acompañarán durante un periodo que no se prevé corto.
Comienza el verano y tenemos la sensación de que todo esto está acabando, pero no nos equivoquemos, no ha hecho nada más que empezar ¿Y cuanto durará? Pues como bien comentó Joseph en el artículo anterior, depende de los que tardemos en hallar una solución a este problema, es decir, a encontrar una vacuna eficaz y segura. Desafortunadamente esto no suele ser un proceso rápido, aunque tenemos que tener en cuenta que la comunidad científica está a pleno rendimiento, por lo que probablemente se acorten los plazos.
Otro factor importante es que desde el inicio de la pandemia ningún estado con una economía avanzada ha escatimado en dirigir recursos a la investigación de la Covid-19. Nunca en la historia se había invertido tanto en ampliar el conocimiento de una única enfermedad, de repente la ciencia importa. Las revistas científicas no paran de recibir nuevos trabajos realizados en tiempo récord, compañías farmacéuticas anuncian a bombo y platillo resultados preliminares de ensayos clínicos, incluso los medios generalistas comentan trabajos científicos publicados en repositorios públicos tipo bioRxiv que ni siquiera han sido revisados por expertos. Es una carrera de velocidad por contar que ya tenemos la solución al problema, que ya ha acabado la nueva normalidad y que ya hemos llegado a la normalidad a secas, pero lamento decir que la ciencia no funciona así.
La ciencia es una carrera de fondo que debe nutrirse de financiación en todo momento y no solo en los momentos críticos, y al menos en España, aunque rebosante de talento, la ciencia está desnutrida, en ciertos momentos podríamos decir que hasta raquítica. Pero no desesperemos, esto es una pandemia global, así que todavía existe la posibilidad de que más pronto que tarde un grupo de investigación de un país de los que han hecho los deberes en Ciencia (en el que probablemente trabaje un español emigrado) anuncie que ha desarrollado una vacuna eficaz y segura. Hasta ese día hagan acopio de mascarillas.
Palabras por Joseph
Ilustraciones por BastoDesign
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